En Madrid, en el número cinco de la calle Cifuentes, está plantado desde hace 70 años Ada, un imponente y precioso olivo que estos días da la bienvenida a los visitantes del South Summit, el encuentro internacional de innovación y emprendimiento que, como cada año, se celebra en La Nave de Villaverde. Su nombre le viene de Ada Lovelace, la primera programadora de la historia, y sirve quizá como símbolo inmejorable de lo que sucede a escasos metros de su sombra serena.
Emprendedores y fundadores de startups; 140 inversores (el 68 % internacionales) y 17 unicornios (startups valoradas en más de 1.000 millones de dólares antes de salir a bolsa o ser adquiridas); más de 430 ponentes de perfil internacional; corporaciones y grandes empresas; organismos e instituciones públicas; universidades y escuelas de negocio y hasta un rey, Felipe VI, que inauguró el pasado día cuatro esta edición que hoy cierra sus puertas. Todos ellos se han citado durante tres días de efervescente actividad en los que numerosas empresas emergentes han dado a conocer proyectos de emprendimiento que mezclan innovación, tecnología y una declarada mentalidad de sostenibilidad. Porque, quién sabe, entre ellos puede que esté The Next Big Thing (la próxima cosa grande), como se llama uno de sus espacios.
Cuenta María Benjumea, la fundadora y presidenta de South Summit, que cuando comenzaron con esta aventura, allá por 2012, España no existía dentro del ecosistema emprendedor internacional. Hoy, la situación no podía ser más diferentes: en estas 14 ediciones, por su Startup Competition han pasado más de 1.000 empresas (este año, 100 finalistas de 22 países) que han captado unos 17.600 millones de dólares en inversión, de los cuales aproximadamente un 70 % se queda en manos españolas. “Si hablamos de Europa, somos claramente un país a tener en cuenta. Es cierto que no tenemos nada que ver con Gran Bretaña, que nos multiplica por nueve, pero en lo que respecta al desarrollo del ecosistema y número de startups estamos en cuatro lugar, solo por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania, y ocupamos la sexta plaza en inversión”, explica con merecido orgullo.

Objetivo, fomentar el crecimiento
“En los últimos dos años, es cierto que hemos notado una ralentización del crecimiento, no sé si por la incertidumbre geopolítica y económica que vivimos. Ha habido una corrección importante en la valoración del ecosistema, algo que por otra parte es lógico, y por eso debemos pararnos y pensar en cómo respondemos a lo que está pasando”, esgrime Benjumea. Este año, afirma, han acudido más inversores y fundadores que nunca, con una cartera de inversión importante, lo que a su juicio sirve para contrastar la calidad de los equipos que impulsan las startups españolas, “sobradamente cualificados y con la capacidad de adaptarse si las circunstancias vienen mal dadas”. “Hay que apostar por el crecimiento en Europa si queremos hacer frente a dos grandes potencias como son Estados Unidos y China”, añade.
Si la tecnología y la innovación forman una parte indisoluble del emprendimiento, lo que a estas alturas queda claro es que al ecosistema se ha incorporado un claro enfoque sobre sostenibilidad que se deja ver en los cuatro ejes de South Summit: Growth (Crecimiento); Sustainable Action (acción sostenible); Humanity 2.0 (que aborda el impacto social de la tecnología, incluyendo la inteligencia artificial en la vida cotidiana, la educación digital, las fintech, la tecnología sanitaria y la confianza tecnológica); y Tech Horizons (horizontes tecnológicos).
“Uno de los cambios que hemos visto con respecto a pasadas ediciones, es una evidente conciencia social, pero también una gigantesca oportunidad de innovación, gracias a la irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa”, sostiene Juan José Güemes, vicepresidente de IE University, coorganizadora del evento. “Y es que, además, somos conscientes de que será la peor IA que veremos en el resto de nuestra vida, lo cual tiene un claro impacto, representa una oportunidad de negocio y traerá consigo el desarrollo acelerado del resto de tecnologías”.
Para Güemes, el momento en el que nos hayamos es crucial tanto para España como para Europa, y hace un llamamiento a superar los retos a los que se enfrenta el ecosistema. “Es necesario reflexionar sobre lo que nos está deteniendo en términos regulatorios [según algunos estudios, la hiperregulación podría estar drenando hasta 70.000 millones del PIB] y fiscales. Todavía hay startups, particularmente en el ámbito de la IA, que se están yendo a otras jurisdicciones porque sienten que aquí no pueden desarrollar la tecnología y convertirla en negocio”. Un dilema que, a su juicio, se traduce en una disyuntiva: avanzar o quedarse atrás.
“Sam Altman, CEO de Open AI [creadora de ChatGPT], profetizaba hace unos meses que veríamos unicornios sin empleados, constituidos exclusivamente por su fundador. Y aunque aún no hemos llegado a eso, sí vemos empresas que alcanzan facturaciones asombrosas con un número muy reducido de empleados. Nunca ha sido más fácil emprender”, añade. “Eso sí, hay que conseguir un mercado financiero que cubra esas rondas de financiación capaces de asombrarnos, de centenares de millones de euros; es algo que empezamos a ver, pero sigue siendo una excepción”. Pese a la unión económica y monetaria, Güemes recuerda que Europa sigue siendo un conglomerado de Estados miembros “donde todavía persisten algunas barreras, incluso lingüísticas, para la libertad de movimiento de personas y capitales”.

Mejorar la Ley de ‘Startups’
A lo largo de la conversación, Benjumea hace también referencia al fondo de más de 10.000 millones de euros que la Unión Europea aprobó recientemente para inyectar en todo el ecosistema, algo que además atraerá a más fondos de inversión, “que deberán poner cantidades similares sobre la mesa”. Ayudas que, sostiene, permitirán que ninguna empresa se vaya “por necesidad”.
Pero Benjumea también hace un llamamiento para mejorar la ley de startups, una norma que está a punto de cumplir los dos años y medio de vida: “Aquella ley, aprobada con el apoyo unánime de todos los partidos con representación parlamentaria, fue un verdadero hito, pero ya es hora de ampliarla, porque funciona para lo que nace y lo pequeñito, pero el emprendimiento es mucho más”, reclama. “Una startup no es solo la empresa que empieza; es toda una cultura y un espíritu de emprendimiento e innovación constantes». No deja pasar la oportunidad de reconocer la labor de María González Veracruz, actual secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, que ya ha convocado un foro de empresas emergentes “en el que están todos los que tienen algo que ver con la creación y el desarrollo de las empresas: ministerios, organismos y organizaciones privadas que representan al ecosistema”.
Formación para el emprendimiento
¿Cómo debe ser la formación relacionada con el emprendimiento? Para el vicepresidente de IE University, esta solo puede hacerse de una manera: no de forma teórica, sino enfocándose en la puesta en marcha de un proyecto real, “recorriendo el camino del emprendimiento y enseñando las herramientas para mitigar las posibilidades de fracaso que son siempre altas en una startup”. No en vano, casi el 60 % de quienes emprenden por primera vez fracasan, un porcentaje que se reduce a tan solo el 18 % en el cuarto intento. Un proceso que, señalan, es una parte indisoluble del propio proceso emprendedor, y fuente de lecciones de gran valor.
“Lo relevante es que se recorra ese camino emprendedor, que reciban de las universidades los recursos y el apoyo para arrancar los proyectos. Que puedan contar con mentores especializados en los mercados y en las industrias en las que van a operar y que sepan cómo negociar con un inversor real”, añade.
Ahora bien, ¿cuáles son las competencias más demandadas a la hora de emprender? “Por supuesto, las técnicas, pero también el pensamiento crítico, la capacidad de razonar y tomar decisiones complejas, y trabajar bien en equipo”, afirma Güemes. “Volviendo a la IA generativa: fíjate que la técnica que nos permite obtener los mejores resultados se llama ingeniería de preguntas. Y es que, a nuestra edad, creo que ya nos hemos dado cuenta de que es mucho mejor hacerse las preguntas correctas que tener respuestas precipitadas, tanto en la vida personal como en la profesional”.
En Madrid, en el número cinco de la calle Cifuentes, está plantado desde hace 70 años Ada, un imponente y precioso olivo que estos días da la bienvenida a los visitantes del South Summit, el encuentro internacional de innovación y emprendimiento que, como cada año, se celebra en La Nave de Villaverde. Su nombre le viene de Ada Lovelace, la primera programadora de la historia, y sirve quizá como símbolo inmejorable de lo que sucede a escasos metros de su sombra serena.. Seguir leyendo