Un gen hasta ahora desconocido podría convertirse en una de las mayores amenazas sanitarias a nivel global. Su nombre es npmA2, y según un estudio internacional liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), está dotando a bacterias peligrosas de una resistencia total a los aminoglucósidos, un tipo de antibióticos considerados «de último recurso». En otras palabras: el npmA2 está creando «superbacterias» casi imposibles de tratar.. La investigación ha sido coordinada por el doctor Bruno González-Zorn, catedrático del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con el Welcome Sanger Institute de Cambridge, el Instituto Pasteur de París, y equipos de los Países Bajos y Australia. Junto a su equipo, González-Zorn lleva años estudiando los mecanismos de resistencia a los antibióticos médicos y veterinarios que convierten a bacterias comunes en amenazas imposibles de tratar.. «La resistencia a los antibióticos no es un problema más: es el mayor desafío sanitario al que se enfrenta la humanidad», afirma González-Zorn a 20minutos. «No es una opinión. Lo dice la ONU, que solo ha celebrado cinco reuniones plenarias de salud global en su historia. La última, en 2024, acerca de este tema».. De Japón al resto del mundo. El origen conocido del gen se remonta a una UCI japonesa en 2003, donde apareció por primera vez sin mayor repercusión. «Durante más de una década no volvió a ser detectado», explica el investigador. «Hasta que hace tres años nos preguntamos: ¿Qué habrá sido de aquel gen? Y al investigar su rastro, descubrimos que se había diseminado silenciosamente por todo el mundo».. Hoy, el gen npmA2 ha sido identificado en muestras humanas, animales y ambientales de seis países, incluidos Reino Unido, Alemania, China y Australia. El equipo de González-Zorn ya trabaja en recopilar muestras hospitalarias en Ghana, y pretenden también conocer la situación en Latinoamérica.. «Todas las muestras halladas son en países como Alemania, China u Holanda, pero creemos que el gen podría estar diseminado también en países en vías de desarrollo, donde hay menos recursos para su detección», advierte.. Lo más preocupante, según el investigador, no es solo su expansión: es su capacidad para transferirse de una bacteria a otra, saltando entre especies y ecosistemas. Los investigadores, que analizaron casi dos millones de muestras bacterianas, llegaron a la conclusión de que este gen no actúa solo.. El npmA2 viaja dentro de un fragmento móvil —una suerte de «caballo de Troya genético»— que le permite incrustarse en diferentes bacterias y, entre ellas dos de las más temidas en entornos clínicos: Clostridioides difficile, causante de infecciones intestinales severas, y Enterococcus faecium, un patógeno hospitalario con tasas de mortalidad del 30% en España.. Bloquea a toda una familia de antibióticos. El gen npmA2 actúa de forma poco común: bloquea el punto exacto donde se unen los antibióticos de la familia de los aminoglucósidos a las bacterias, impidiendo que hagan efecto. «Ocupa exactamente el punto que actúa como diana, y así las bacterias se vuelven inmunes», detalla González-Zorn. Estos antibióticos se usan cuando ya han fallado otros tratamientos. Si también dejan de funcionar, las opciones terapéuticas se reducen drásticamente.. Por ahora, no hay ningún antibiótico ni técnica disponible que logre frenar este gen. «Existen herramientas experimentales, como tijeras moleculares que podrían cortar el gen dentro de la bacteria, pero eso aún está muy lejos del uso clínico», reconoce el investigador. Lo que sí permite este descubrimiento es desarrollar sistemas de detección temprana, tanto en hospitales como en granjas. «Ya sabemos cómo identificar el npmA2. Podemos monitorizar su aparición y tomar medidas de contención rápida cuando surja», afirma.. Una pandemia silenciosa. Según los datos del equipo investigador, más de 1,2 millones de personas mueren cada año en el mundo porque los antibióticos que reciben ya no funcionan. En España, esta cifra alcanza los 20.000 fallecimientos anuales, superando con creces las muertes por accidentes de tráfico. Y sin embargo, sigue siendo una crisis invisible. «Yo la llamo la pandemia silenciosa», resume el doctor González-Zorn. «Las bacterias ya se han adaptado a todos los antibióticos que tenemos, y llevamos 30 años sin descubrir una familia nueva».. Pero para entender cómo frenar esta pandemia silenciosa, no basta con mirar los hospitales. El hallazgo del gen npmA2 en muestras humanas, animales y ambientales pone de manifiesto que la salud humana está profundamente conectada con la salud del medio ambiente y de los animales. Es el principio de One Health, o «una sola salud», un enfoque que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde trabaja el investigador. «Las bacterias y los genes de resistencia no se quedan en el intestino de una persona», explica González-Zorn. «Pasan a las aguas residuales, a los animales, al entorno. Por eso necesitamos una visión global».. Ante este panorama, la comunidad científica insiste en dos líneas de acción: reducir el uso innecesario de antibióticos y mejorar la detección y la vigilancia desde un enfoque conjunto. «La sociedad ha de ser consciente de no se debe automedicar, no debe presionar al veterinario, al farmacéutico o al médico para que le den antibióticos, porque los antibióticos son herramientas preciosas que tenemos para luchar contra las infecciones bacterianas, y se nos están acabando».. Por último, el investigador ha reivindica el papel de la ciencia española en primera línea. «Desde España podemos liderar investigaciones pioneras. Este trabajo es un ejemplo de cómo se puede hacer ciencia de impacto mundial desde aquí, y ese es un mensaje importante».
Un gen hasta ahora desconocido podría convertirse en una de las mayores amenazas sanitarias a nivel global. Su nombre es npmA2, y según un estudio internacional liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), está dotando a bacterias peligrosas de una resistencia total a los aminoglucósidos, un tipo de antibióticos considerados «de último recurso». En otras palabras: el npmA2 está creando «superbacterias» casi imposibles de tratar.
La investigación ha sido coordinada por el doctor Bruno González-Zorn, catedrático del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con el Welcome Sanger Institute de Cambridge, el Instituto Pasteur de París, y equipos de los Países Bajos y Australia. Junto a su equipo, González-Zorn lleva años estudiando los mecanismos de resistencia a los antibióticos médicos y veterinarios que convierten a bacterias comunes en amenazas imposibles de tratar.
«La resistencia a los antibióticos no es un problema más: es el mayor desafío sanitario al que se enfrenta la humanidad«, afirma González-Zorn a 20minutos. «No es una opinión. Lo dice la ONU, que solo ha celebrado cinco reuniones plenarias de salud global en su historia. La última, en 2024, acerca de este tema».
De Japón al resto del mundo
El origen conocido del gen se remonta a una UCI japonesa en 2003, donde apareció por primera vez sin mayor repercusión. «Durante más de una década no volvió a ser detectado», explica el investigador. «Hasta que hace tres años nos preguntamos: ¿Qué habrá sido de aquel gen? Y al investigar su rastro, descubrimos que se había diseminado silenciosamente por todo el mundo».
Hoy, el gen npmA2 ha sido identificado en muestras humanas, animales y ambientales de seis países, incluidos Reino Unido, Alemania, China y Australia. El equipo de González-Zorn ya trabaja en recopilar muestras hospitalarias en Ghana, y pretenden también conocer la situación en Latinoamérica.
«Todas las muestras halladas son en países como Alemania, China u Holanda, pero creemos que el gen podría estar diseminado también en países en vías de desarrollo, donde hay menos recursos para su detección», advierte.
Lo más preocupante, según el investigador, no es solo su expansión: es su capacidad para transferirse de una bacteria a otra, saltando entre especies y ecosistemas. Los investigadores, que analizaron casi dos millones de muestras bacterianas, llegaron a la conclusión de que este gen no actúa solo.
El npmA2 viaja dentro de un fragmento móvil —una suerte de «caballo de Troya genético»— que le permite incrustarse en diferentes bacterias y, entre ellas dos de las más temidas en entornos clínicos: Clostridioides difficile, causante de infecciones intestinales severas, y Enterococcus faecium, un patógeno hospitalario con tasas de mortalidad del 30% en España.
Bloquea a toda una familia de antibióticos
El gen npmA2 actúa de forma poco común: bloquea el punto exacto donde se unen los antibióticos de la familia de los aminoglucósidos a las bacterias, impidiendo que hagan efecto. «Ocupa exactamente el punto que actúa como diana, y así las bacterias se vuelven inmunes», detalla González-Zorn. Estos antibióticos se usan cuando ya han fallado otros tratamientos. Si también dejan de funcionar, las opciones terapéuticas se reducen drásticamente.
Por ahora, no hay ningún antibiótico ni técnica disponible que logre frenar este gen. «Existen herramientas experimentales, como tijeras moleculares que podrían cortar el gen dentro de la bacteria, pero eso aún está muy lejos del uso clínico«, reconoce el investigador. Lo que sí permite este descubrimiento es desarrollar sistemas de detección temprana, tanto en hospitales como en granjas. «Ya sabemos cómo identificar el npmA2. Podemos monitorizar su aparición y tomar medidas de contención rápida cuando surja», afirma.
Una pandemia silenciosa
Según los datos del equipo investigador, más de 1,2 millones de personas mueren cada año en el mundo porque los antibióticos que reciben ya no funcionan. En España, esta cifra alcanza los 20.000 fallecimientos anuales, superando con creces las muertes por accidentes de tráfico. Y sin embargo, sigue siendo una crisis invisible. «Yo la llamo la pandemia silenciosa«, resume el doctor González-Zorn. «Las bacterias ya se han adaptado a todos los antibióticos que tenemos, y llevamos 30 años sin descubrir una familia nueva«.
Pero para entender cómo frenar esta pandemia silenciosa, no basta con mirar los hospitales. El hallazgo del gen npmA2 en muestras humanas, animales y ambientales pone de manifiesto que la salud humana está profundamente conectada con la salud del medio ambiente y de los animales. Es el principio de One Health, o «una sola salud», un enfoque que promueve la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde trabaja el investigador. «Las bacterias y los genes de resistencia no se quedan en el intestino de una persona», explica González-Zorn. «Pasan a las aguas residuales, a los animales, al entorno. Por eso necesitamos una visión global».
Ante este panorama, la comunidad científica insiste en dos líneas de acción: reducir el uso innecesario de antibióticos y mejorar la detección y la vigilancia desde un enfoque conjunto. «La sociedad ha de ser consciente de no se debe automedicar, no debe presionar al veterinario, al farmacéutico o al médico para que le den antibióticos, porque los antibióticos son herramientas preciosas que tenemos para luchar contra las infecciones bacterianas, y se nos están acabando».
Por último, el investigador ha reivindica el papel de la ciencia española en primera línea. «Desde España podemos liderar investigaciones pioneras. Este trabajo es un ejemplo de cómo se puede hacer ciencia de impacto mundial desde aquí, y ese es un mensaje importante».