Donald Trump se enfrenta estos días con la crisis personal, política y social más grave desde que ocupa la Casa Blanca, hace seis meses, y, contra lo que se cabría pensar, no es con China ni Rusia ni tampoco con los aranceles que arbitra a su voluntad. La causa en sus orígenes es un asunto de mujeres, un tema sobre el que es experto y, lo que es peor, de mujeres menores de dieciocho años reclutadas por su amigo Jeffrey Epstein, multimillonario como él y regente de un elitista centro de prostitución en Florida donde se ofrecía a sus clientes todos los placeres imaginables.. Epstein se ahorcó hace cinco años en la cárcel de Nueva York, en plena vista judicial, pero el recuerdo de aquel escándalo, que parecía ya olvidado, con la implicación de alguna manera de Trump, ha vuelto a los medios de comunicación y, enseguida, a agitar al puritanismo norteamericano que incluso reclama su destitución. Los escabrosos detalles del escándalo están recopilados en las actas secretas del Gran Jurado que intervino en el proceso celebrado y se hallan bajo secreto que solo la Justicia puede levantar.. Desde entonces, las especulaciones sobre el contenido del archivo han salpicado la actualidad con nuevas revelaciones y, durante la campaña electoral, Trump, candidato a presidente, prometió reiteradamente que se divulgarían los detalles cuando accediese al cargo, algo que no cumplió a pesar de las presiones. La pasada semana The Wold Stree Jornal rompió el secreto publicando una carta incluida en el sumario, en la que Trump le escribe a su amigo e incluye unos dibujos femeninos y de carácter erótico.. Todo el entramado en el que entran protagonistas y escenas de escaso valor intelectual, pero alto nivel sexual, se interfiere ya con los nombres de otros magnates, multimillonarios que controlan el poder y el dinero, algunos supuestos clientes del lupanar de Epstein, algunos ya caídos en desgracia política, como Elon Musk, el ingrediente de todas las salsas que se mueve por Washington y rivaliza con la autoridad mundial de Trump con la supremacía de sus millones sobre todo el planeta.
20MINUTOS.ES – Internacional
Donald Trump se enfrenta estos días con la crisis personal, política y social más grave desde que ocupa la Casa Blanca, hace seis meses, y, contra lo que se cabría pensar, no es con China ni Rusia ni tampoco con los aranceles que arbitra a su voluntad. La causa en sus orígenes es un asunto de mujeres, un tema sobre el que es experto y, lo que es peor, de mujeres menores de dieciocho años reclutadas por su amigo Jeffrey Epstein, multimillonario como él y regente de un elitista centro de prostitución en Florida donde se ofrecía a sus clientes todos los placeres imaginables.. Epstein se ahorcó hace cinco años en la cárcel de Nueva York, en plena vista judicial, pero el recuerdo de aquel escándalo, que parecía ya olvidado, con la implicación de alguna manera de Trump, ha vuelto a los medios de comunicación y, enseguida, a agitar al puritanismo norteamericano que incluso reclama su destitución. Los escabrosos detalles del escándalo están recopilados en las actas secretas del Gran Jurado que intervino en el proceso celebrado y se hallan bajo secreto que solo la Justicia puede levantar.. Desde entonces, las especulaciones sobre el contenido del archivo han salpicado la actualidad con nuevas revelaciones y, durante la campaña electoral, Trump, candidato a presidente, prometió reiteradamente que se divulgarían los detalles cuando accediese al cargo, algo que no cumplió a pesar de las presiones. La pasada semana The Wold Stree Jornal rompió el secreto publicando una carta incluida en el sumario, en la que Trump le escribe a su amigo e incluye unos dibujos femeninos y de carácter erótico.. Todo el entramado en el que entran protagonistas y escenas de escaso valor intelectual, pero alto nivel sexual, se interfiere ya con los nombres de otros magnates, multimillonarios que controlan el poder y el dinero, algunos supuestos clientes del lupanar de Epstein, algunos ya caídos en desgracia política, como Elon Musk, el ingrediente de todas las salsas que se mueve por Washington y rivaliza con la autoridad mundial de Trump con la supremacía de sus millones sobre todo el planeta.
