20MINUTOS.ES – Televisión
Hay cuatro carriles en la tele: el del esfuerzo, el de la casualidad, el del esfuerzo con casualidad y el del morbo. Este último, no requiere ni de talento ni de preparación. Este último, no falla entre los mercaderes del golpe de efecto de la polémica. Aunque el interés de su depredadora táctica les dure solo unos segundos.. Lo hemos visto esta semana. La exdiputada Noelia Núñez ha sido fichada por el programa En boca de todos de Mediaset tan rápido como ha dimitido por descubrirse que falseó su currículum.. Sus embustes han sido premiados con un micrófono en un programa de televisión. Porque hay un tipo de programas que ejercen el dicho de “cuanto peor, mejor”. Pero hasta cuando la mentira es delatada, sentenciada e incluso termina con tu carrera política hay que saber muy bien elegir dónde quiere uno estar: si en la sobreexposición de la tele más incendiaria que, al final, termina pillándote en más engaños o en la perspectiva serena que permite redimirse lejos de los focos. Pero la fama rápida engancha.. Y Núñez y un determinado tipo de tele han hecho match. Lo que supone una representación precisa del tiempo donde el ruido arrasa con la preparación. Demasiadas tertulias televisivas evidencian que la meritocracia del estudio no existe. Lugares donde se eligen a los «sabios» meramente por su capacidad de calentar cabezas.. Da igual el conocimiento, lo importante es el odio o fervor que despierten en los ciudadanos. El show está por encima de la verdad. La morbocracia ha ganado. La mentira ni siquiera está mal vista. La mentira te da hasta micrófono. Y, claro, empieza a caer en desuso la expresión de credibilidad que siempre repetían nuestras abuelas: «es verdad, lo he visto en la tele». Frase en peligro de extinción que, en cambio, continúa atesorando la llave del porvenir que distinguirá (o no) a los medios de comunicación del anonimato de las redes sociales de la opinión urgente. Sin filtros, sin contextos, sin tregua, sin verdad.
Hay cuatro carriles en la tele: el del esfuerzo, el de la casualidad, el del esfuerzo con casualidad y el del morbo. Este último, no requiere ni de talento ni de preparación. Este último, no falla entre los mercaderes del golpe de efecto de la polémica. Aunque el interés de su depredadora táctica les dure solo unos segundos.. Lo hemos visto esta semana. La exdiputada Noelia Núñez ha sido fichada por el programa En boca de todos de Mediaset tan rápido como ha dimitido por descubrirse que falseó su currículum.. Sus embustes han sido premiados con un micrófono en un programa de televisión. Porque hay un tipo de programas que ejercen el dicho de “cuanto peor, mejor”. Pero hasta cuando la mentira es delatada, sentenciada e incluso termina con tu carrera política hay que saber muy bien elegir dónde quiere uno estar: si en la sobreexposición de la tele más incendiaria que, al final, termina pillándote en más engaños o en la perspectiva serena que permite redimirse lejos de los focos.. Núñez y un determinado tipo de tele han hecho match. Lo que supone una representación precisa del tiempo donde el ruido arrasa con la preparación. Demasiadas tertulias televisivas evidencian que la meritocracia del estudio no existe. Lugares donde se eligen a los «sabios» meramente por su capacidad de calentar cabezas.. Da igual el conocimiento, lo importante es el odio o fervor que despierten. Lo relevante es la fama que han amasado ejercitando la idea de que el show está por encima de la verdad. La morbocracia ha ganado. La mentira no está mal vista. La mentira te da hasta micrófono. Y, claro, empieza a caer en desuso la expresión de credibilidad que siempre repetían nuestras abuelas: «es verdad, lo he visto en la tele». Frase en peligro de extinción que, en cambio, continúa atesorando la llave del porvenir que distinguirá (o no) a los medios de comunicación del anonimato de las redes sociales de la opinión urgente. Sin filtros, sin contextos, sin tregua, sin verdad.