Cuatro temas. Segundo EP de Cristalino. Edita Casa Maracas. Electrónica y spoken word. Le puedes llamar trap, pero, en realidad, es una manera de alma recitada que nos ofrece intensidad y lírica. El primer tema, La vida en Marte, tiene el fondo cuantitativo de la imaginería de David Bowie con la letra de sagacidad cotidiana que nos ofrece Andrea Buenavista. Cajas de ritmo que suenan al comienzo del pop, sueños y alambres, la probabilidad estacional. AZ tiene un poco de las trompetas de Delafé, belleza contenida tras la lluvia, con un fraseo de la vieja Europa, que tiene más de corazón negro que de la pureza del poeta beatnik, con el sampleo de las voces de los niños.. Un disparo al corazón, el comienzo de Pez dorado, la voz de François recordando a los momentos juntos de María Solá con Buenatarde, estamos en la línea que une Granada con Cádiz, el sueño de una vida en común, buceando en un burbujeante colchón sintético, con mínimas líneas de drum&bass: cerca de aquel «Se quiere quedar, se quiere venir», Granada está lista para vivir, dejar de morir, la repetición es hipnótica. Es un tema magnífico. Parejas, espejos, ¿qué pasará? Esperaremos hasta el tercer EP. O no. Quizá la metamorfosis del amor no se completa. Estoy acabando el EP, en lo digital hay magia, más allá de todo, bombo a negras, el corazón excitado por una imitación de katovit, Todo lo que hablamos. Un loop donde el fraseo, hacia arriba, más allá, el micrófono se inunda de melodía.. Un espacio, cuatro cartas de amor. No es pureza, es electrónica orgánica, afinada en la sección rítmica de Granada. Delicado, delicioso. Metamorfosis de Jorge Drexler, un cariacontecido espesor de Khaled y algo de italo-disco con letras curradas. En las bases Jaime Beltrán, en el micrófono Cristalino.
Cuatro temas. Segundo EP de Cristalino. Edita Casa Maracas. Electrónica y spoken word. Le puedes llamar trap, pero, en realidad, es una manera de alma recitada que nos ofrece intensidad y lírica. El primer tema, La vida en Marte, tiene el fondo cuantitativo de la imaginería de David Bowie con la letra de sagacidad cotidiana que nos ofrece Andrea Buenavista. Cajas de ritmo que suenan al comienzo del pop, sueños y alambres, la probabilidad estacional. AZ tiene un poco de las trompetas de Delafé, belleza contenida tras la lluvia, con un fraseo de la vieja Europa, que tiene más de corazón negro que de la pureza del poeta beatnik, con el sampleo de las voces de los niños.. Un disparo al corazón, el comienzo de Pez dorado, la voz de François recordando a los momentos juntos de María Solá con Buenatarde, estamos en la línea que une Granada con Cádiz, el sueño de una vida en común, buceando en un burbujeante colchón sintético, con mínimas líneas de drum&bass: cerca de aquel «Se quiere quedar, se quiere venir», Granada está lista para vivir, dejar de morir, la repetición es hipnótica. Es un tema magnífico. Parejas, espejos, ¿qué pasará? Esperaremos hasta el tercer EP. O no. Quizá la metamorfosis del amor no se completa. Estoy acabando el EP, en lo digital hay magia, más allá de todo, bombo a negras, el corazón excitado por una imitación de katovit, Todo lo que hablamos. Un loop donde el fraseo, hacia arriba, más allá, el micrófono se inunda de melodía.. CristalinoCasa Maracas. Un espacio, cuatro cartas de amor. No es pureza, es electrónica orgánica, afinada en la sección rítmica de Granada. Delicado, delicioso. Metamorfosis de Jorge Drexler, un cariacontecido espesor de Khaled y algo de italo-disco con letras curradas. En las bases Jaime Beltrán, en el micrófono Cristalino.. PortadaClaudia Girela
20MINUTOS.ES – Cultura