No eran las siete de la mañana y una larga cola de periodistas se agolpaba a las puertas del Palacio de Pedralbes esperando la acreditación de Moncloa para seguir la Conferencia de Presidentes, generando un tapón en el carril bici de la avenida Diagonal de Barcelona.. La molestia para los ciclistas duró lo que duran las cosas de palacio, no tanto por la celeridad con la que trabajaban el personal de la organización del evento sino por el número de periodistas venidos de todas las partes de España que buscaban su pase. En concreto, 327 estaban acreditados para la ocasión.. A diferencia de otros episodios en los que las instituciones estales se han reunido en la capital catalana -véase el Consejo de Ministros de la Llotja de Mar del 21 de diciembre de 2018-, en esta ocasión, los Mossos d’Esquadra no tuvieron que blindar el Upper Diagonal. Una sola línea de vallas bastó para contener a la decena de manifestantes que protestaron contra la reunión en Barcelona.. Puntuales, los presidentes de las comunidades autónomas fueron llegando al lugar donde fueron recibidos por su anfitrión, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Minutos después, el presidente del Gobierno y su majestad el Rey hicieron el saludo protocolario que, con el paso de los años, se ha convertido en fuente de chascarrillos y piezas periodísticas como la que sigue.. Los expertos en lenguaje corporal afloraron entre los cámaras y redactores de los medios dispuestos a no dejar escapar la ocasión para interpretar cada uno de los movimientos y gestos de los protagonistas. Pero en esta ocasión, los de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que centró todos los focos, no dejaron mucho margen a la imaginación.. La ministra afirma que «jamás» llamó ‘asesina’ a Ayuso y sostiene que la madrileña no ha querido saludarla.. El termómetro, ya con fechas propias de verano en Barcelona, no pudo contener la frialdad con la que Ayuso saludó a Sánchez, un gesto esperado que enseguida perdió interés tapado por el encontronazo que protagonizó la presidenta con la ministra de Sanidad, Mónica García. La presidenta aprovechó para pasar cuentas ante los medios con la que fue portavoz del grupo parlamentario Más Madrid, cuando ésta intentó saludarla dándole dos besos.. Para Ayuso esa falta de protocolo no se adecuaba, no tanto al momento, sino a lo que sucedió el jueves anterior cuando en la Asamblea de Madrid, el grupo parlamentario del que fue portavoz la ministra le acusó «de asesina». Así, cuando le acercó el rostro, puso en cuestión que quisiera darle un beso «a una asesina» y así se lo traslado. Todavía no eran las nueve y media.. La reunión. Antes de reunirse, las autoridades presentes realizaron el tradicional desayuno con el Rey y ahí ya se pudieron escuchar las primeras palabras en catalán por boca de Illa. El president inició una bienvenida con una primera frase en la lengua cooficial de España -cambió al castellano porque no había pinganillo- y no hizo despertar la indignación entre los presentes, que esperaban a la reunión para hacer sus movimientos.. Fuera, los periodistas trataban de recabar información con sus móviles para saber qué estaba sucediendo en el interior y hacían sus cábalas sobre si Ayuso cumpliría su promesa y se marcharía de la reunión, si se usaban las lenguas cooficiales. Algunos rezaban incluso porque la presidenta levantara un motín entre sus compañeros de partido e interrumpiera la larga lista de puntos del orden del día, que alargaría su jornada hasta el ocaso.. Al final, Ayuso cumplió con su promesa a medias y, en la primera intervención que se realizó en lengua cooficial, la del lehendakari Imanol Pradales en euskera, se levantó de la mesa. Su gesto trascendió más allá de las paredes del palacio llegando a los teléfonos de los periodistas que aguardaban alguna noticia en una nave en la otra punta de los jardines del Palacio de Pedrables.. Las carreras. La noticia de que la presidenta estaba abandonado el recinto provocó la carrera de cámaras y redactores que querían ver en primera persona el plante de la presidenta a la Conferencia de Sánchez. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, fueron informados de que Ayuso solo había abandonado la sala y que seguía en palacio.. Este gesto se repitió también durante la intervención de Illa que, aunque indignado, se mostró más comedido que Pradales ante el desaire, cuyo gobierno lo elevó a una ofensa contra el pueblo. Pero el gesto de la presidenta madrileña no tuvo solo efecto sobre los periodistas y los presidentes catalán y vasco, sino que se traduciría en un giro de guión en la estrategia del PP.. Los presidentes populares asistentes a la cumbre estaban trasladando al presidente de forma coral, por turnos, su exigencia de que adelantara elecciones, calentando así motores para la manifestación convocada por Alberto Núñez Feijóo para el domingo bajo el lema ‘Mafia o Democracia’. Pero la decisión de Ayuso, eclipsó la petición de los suyos y convirtió la cumbre de presidentes en la ‘Conferencia del pinganillo’.. La paella. El servicio de catering preparando las paellas para los periodistas acreditados a la conferencia.Arnau Pascual. A la espera de que las autoridades salieran de la reunión y explicaran lo sucedido, los periodistas pusieron el ojo en las tres paella para 400 personas que Illa sirvió para comer y que no necesitaron traducción -dos de marisco y una de verduras-. Durante la comida, los periodistas trataban de saber si el giro de guion había generado malestar en las filas populares y se mostraban convencidos de que en las del Gobierno había caído como agua de mayo.. Con todo preparado en cuatro salas de prensa, con una parrilla ordenada para que los periodistas pudieran seguir las ruedas de prensa de los presidentes, Ayuso volvió a cambiar el paso. A través de un mensaje a los periodistas, anunció que realizaría su atención a medios en una zona del jardín habilitada para ello, a la misma hora que se preveía la conferencia del presidente Illa.. La comparecencia de Isabel Díaz Ayuso frente a los medios de comunicación.Arnau Pascual. Con un calzado poco adecuado para la zona ajardinada del palacio de Pedralbes, la presidenta volvió a sorprender a los asistentes con sus declaraciones, no por el fondo sino por la forma. Si cada vez más abundan entre los políticos las intervenciones sin preguntas, la presidenta realizó unas preguntas sin intervención. Tras lo que cerró una jornada que no computará pacto alguno entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno, y que se recordará por la falta de entendimiento que para algunos provocan las herramientas para entenderse.
La presidenta reprochó que la ministra de Sanidad quisiera darle un beso tras acusarla Mas Madrid de «asesina».
No eran las siete de la mañana y una larga cola de periodistas se agolpaba a las puertas del Palacio de Pedralbes esperando la acreditación de Moncloa para seguir la Conferencia de Presidentes, generando un tapón en el carril bici de la avenida Diagonal de Barcelona.. La molestia para los ciclistas duró lo que duran las cosas de palacio, no tanto por la celeridad con la que trabajaban el personal de la organización del evento sino por el número de periodistas venidos de todas las partes de España que buscaban su pase. En concreto, 327 estaban acreditados para la ocasión.. A diferencia de otros episodios en los que las instituciones estales se han reunido en la capital catalana -véase el Consejo de Ministros de la Llotja de Mar del 21 de diciembre de 2018-, en esta ocasión, los Mossos d’Esquadra no tuvieron que blindar el Upper Diagonal. Una sola línea de vallas bastó para contener a la decena de manifestantes que protestaron contra la reunión en Barcelona.. Puntuales, los presidentes de las comunidades autónomas fueron llegando al lugar donde fueron recibidos por su anfitrión, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Minutos después, el presidente del Gobierno y su majestad el Rey hicieron el saludo protocolario que, con el paso de los años, se ha convertido en fuente de chascarrillos y piezas periodísticas como la que sigue.. Los expertos en lenguaje corporal afloraron entre los cámaras y redactores de los medios dispuestos a no dejar escapar la ocasión para interpretar cada uno de los movimientos y gestos de los protagonistas. Pero en esta ocasión, los de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que centró todos los focos, no dejaron mucho margen a la imaginación.. El termómetro, ya con fechas propias de verano en Barcelona, no pudo contener la frialdad con la que Ayuso saludó a Sánchez, un gesto esperado que enseguida perdió interés tapado por el encontronazo que protagonizó la presidenta con la ministra de Sanidad, Mónica García. La presidenta aprovechó para pasar cuentas ante los medios con la que fue portavoz del grupo parlamentario Más Madrid, cuando ésta intentó saludarla dándole dos besos.. Para Ayuso esa falta de protocolo no se adecuaba, no tanto al momento, sino a lo que sucedió el jueves anterior cuando en la Asamblea de Madrid, el grupo parlamentario del que fue portavoz la ministra le acusó «de asesina». Así, cuando le acercó el rostro, puso en cuestión que quisiera darle un beso «a una asesina» y así se lo traslado. Todavía no eran las nueve y media.. La reunión. Antes de reunirse, las autoridades presentes realizaron el tradicional desayuno con el Rey y ahí ya se pudieron escuchar las primeras palabras en catalán por boca de Illa. El president inició una bienvenida con una primera frase en la lengua cooficial de España -cambió al castellano porque no había pinganillo- y no hizo despertar la indignación entre los presentes, que esperaban a la reunión para hacer sus movimientos.. Fuera, los periodistas trataban de recabar información con sus móviles para saber qué estaba sucediendo en el interior y hacían sus cábalas sobre si Ayuso cumpliría su promesa y se marcharía de la reunión, si se usaban las lenguas cooficiales. Algunos rezaban incluso porque la presidenta levantara un motín entre sus compañeros de partido e interrumpiera la larga lista de puntos del orden del día, que alargaría su jornada hasta el ocaso.. Al final, Ayuso cumplió con su promesa a medias y, en la primera intervención que se realizó en lengua cooficial, la del lehendakari Imanol Pradales en euskera, se levantó de la mesa. Su gesto trascendió más allá de las paredes del palacio llegando a los teléfonos de los periodistas que aguardaban alguna noticia en una nave en la otra punta de los jardines del Palacio de Pedrables.. Las carreras. La noticia de que la presidenta estaba abandonado el recinto provocó la carrera de cámaras y redactores que querían ver en primera persona el plante de la presidenta a la Conferencia de Sánchez. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, fueron informados de que Ayuso solo había abandonado la sala y que seguía en palacio.. Este gesto se repitió también durante la intervención de Illa que, aunque indignado, se mostró más comedido que Pradales ante el desaire, cuyo gobierno lo elevó a una ofensa contra el pueblo. Pero el gesto de la presidenta madrileña no tuvo solo efecto sobre los periodistas y los presidentes catalán y vasco, sino que se traduciría en un giro de guión en la estrategia del PP.. Los presidentes populares asistentes a la cumbre estaban trasladando al presidente de forma coral, por turnos, su exigencia de que adelantara elecciones, calentando así motores para la manifestación convocada por Alberto Núñez Feijóo para el domingo bajo el lema ‘Mafia o Democracia’. Pero la decisión de Ayuso, eclipsó la petición de los suyos y convirtió la cumbre de presidentes en la ‘Conferencia del pinganillo’.. La paella. A la espera de que las autoridades salieran de la reunión y explicaran lo sucedido, los periodistas pusieron el ojo en las tres paella para 400 personas que Illa sirvió para comer y que no necesitaron traducción -dos de marisco y una de verduras-. Durante la comida, los periodistas trataban de saber si el giro de guion había generado malestar en las filas populares y se mostraban convencidos de que en las del Gobierno había caído como agua de mayo.. Con todo preparado en cuatro salas de prensa, con una parrilla ordenada para que los periodistas pudieran seguir las ruedas de prensa de los presidentes, Ayuso volvió a cambiar el paso. A través de un mensaje a los periodistas, anunció que realizaría su atención a medios en una zona del jardín habilitada para ello, a la misma hora que se preveía la conferencia del presidente Illa.. Con un calzado poco adecuado para la zona ajardinada del palacio de Pedralbes, la presidenta volvió a sorprender a los asistentes con sus declaraciones, no por el fondo sino por la forma. Si cada vez más abundan entre los políticos las intervenciones sin preguntas, la presidenta realizó unas preguntas sin intervención. Tras lo que cerró una jornada que no computará pacto alguno entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno, y que se recordará por la falta de entendimiento que para algunos provocan las herramientas para entenderse.