Un océano en construcción. El libro que estaba leyendo sobre el destino de buceo para el que preparaba ya la maleta definía así al mar Rojo. Y me pareció una excusa más que suficiente, si es que faltaba alguna, para sumergirme en sus aguas. El morbo de haberte bañado en algo que dentro de unos millones de años será el sexto océano, habitado por Dios sabe qué criaturas, excita bastante a alguien como yo, con la imaginación un tanto alocada por tantas lecturas juveniles de libros de aventuras.. La realidad es que las placas africana y arábiga llevan unos cuantos millones de años separándose, y en su distanciamiento dejaron por en medio este mar singular, que lo es por muchas razones. Su alta salinidad, su temperatura cálida y constante, la ausencia de ríos que desemboquen en él, la ausencia de lluvias que lixivien las desérticas montañas que lo rodean, así como la ausencia de urbes, industrias o poblaciones humanas que lo contaminen han hecho del mar Rojo una piscina conectada al océano Índico con las condiciones perfectas para el desarrollo de corales. Y por ende, de la industria turística en torno al buceo.. Más información. Las plataformas de coral del mar Rojo se prolongan por más de 2.000 kilómetros entre las costas de Egipto, Sudán, Jordania, Arabia Saudí, Yemen y Eritrea, albergando una exuberante vida marina. Se calcula que el 25% de las especies son endémicas. Además, el famoso blanqueamiento de los corales (la muerte por exceso de calor en las aguas) que está acabando con los arrecifes de medio planeta, incluido el sur del mar Rojo, aún no ha llegado a la zona norte, donde gozan de una salud excelente. Es el mayor sistema de arrecifes coralinos del continente africano y el tercero del mundo en tamaño, solo superado en biodiversidad por la Gran Barrera australiana. Si a eso le unes unas aguas cristalinas con visibilidad de hasta 70 metros, tienes todos los ingredientes para hacer del mar Rojo uno de los mejores destinos del mundo para la práctica del submarinismo.. Un hombre mira las profundidades del océano en Sharm El Sheikh, Egipto.Ioanna Alexa (Getty). Algo de lo que te das cuenta nada más llegar al puerto de Hurgada, en Egipto, y ver la cantidad de barcos especializados en vida a bordo que hay. Si le sumas otros tantos en las marinas de Sharm el Seikh y de Port Galeb, entiendes el gran negocio que ha montado el país en torno al buceo. Mi barco lo ha fletado una agencia española especializada viajes de buceo, Balky Ocean. Son barcos construidos ex profeso para navegaciones de submarinismo, con capacidad entre 20 y 30 pasajeros, equipados con todo lo necesario para estar una semana o más sumergiéndose sin descanso y sin necesidad de volver a puerto.. El programa diario en uno de estos viajes de vida a bordo es similar en todos. Suena la campana a las 6 de la mañana. A las 6:30 es el primer briefing y con un café y una galleta en el cuerpo te tiras al primer buceo. Sales y entonces está ya preparado un desayuno más potente. Descansas un rato en tu camarote o en el chill out de la cubierta superior y sobre las 11 llega la segunda inmersión, que puede ser en el mismo lugar o en otro arrecife. Después, la comida; en el barco se come excelente, con un cocinero y su pinche entregados a que vuelvas a casa con tres kilos de más. Otro par de horas de descanso o siesta y a media tarde, el tercer buceo.. Cuando sales de este, la tripulación te tiene preparada la merienda en la cubierta de arriba: dulces, pasteles, frutas, jugos naturales. Vamos…. que no falta nunca un detalle. Y cuando ya está atardeciendo y te crees que todo ha acabado, sorpresa: no, no ha acabado. Llega el cuarto y último descenso: la nocturna. Para comprobar que el vecindario del barrio de coral ha cambiado cuando se apagan las luces y es diferente al de la mañana. Sobre las 10 de la noche cenas y te vas a la cama rendido, porque a la mañana siguiente, a las 6 volverá a sonar la campana.. Ni que decir tiene que no hay obligación de hacer todos los buceos, pero por lo general quien se apunta a un viaje de este tipo es un friki del aire comprimido y no se pierde ni uno. Además, conviene avisar que una vida a bordo en el mar Rojo no contempla mañanas o tardes donde en vez de bucear se baje a una isla solitaria o a visitar alguna población local, como ocurre en otros lugares del mundo donde se hacen este tipo de viajes. Aquí es buceo, buceo y buceo. Si no vienes a eso, no es tu viaje.. Pasajeros suben a un barco en el puerto de Hurgada.Katarzyna Dziemidowicz (Alamy / CORDON PRESS). La ruta norte, la que estoy haciendo yo, es perfecta para quienes busquen los más bellos jardines de coral que puedan imaginar y pecios, muchos pecios. Desde la apertura del canal de Suez, el mar Rojo es una de las vías marítimas más transitadas del mundo, pero está llena de trampas para los buques por lo que sus islas, bajos y arrecifes atesoran una de las mayores concentraciones mundiales de naufragios.. El más famoso, el que nunca queda fuera del itinerario en esta ruta norte, es el Thistlegorm, un carguero británico que llevaba munición, motocicletas, camiones, vehículos todoterreno, armamento, ruedas, dos locomotoras y todo tipo de pertrechos hasta el puerto de Alejandría para la Octava División de Tobruk, que combatía en el desierto egipcio durante la II Guerra Mundial. En octubre de 1941, mientras estaba fondeado al noroeste de Sharg Rock esperando instrucciones para cruzar el canal de Suez, una escuadrilla de cazas alemanes Heinkel HE-111 lo detectó en una noche de luna llena y con dos certeras bombas lo mandó al fondo del mar.. Un buceador explora el pecio del Thistlegorm.Claudio Alvarez. Sumergirse en el Thistlegorm, que hoy reposa a 30 metros de profundidad, acceder a sus bodegas, ver la carga que llevaba milimétricamente ordenada, deslizarse entre camiones, motos y equipos de la Segunda Gran Guerra perfectamente conservados es una experiencia mística para cualquiera que ame el submarinismo en pecios. Una inmersión en la historia reciente que resulta más trágica por lo reconocible de la carga que llevaba. En los pecios más antiguos, sobre todo de barcos de casco de madera del siglo XIX, lo que ves es un amasijo de hierros no siempre fáciles de imaginar. En el Thistlegorm sientes a los estibadores colocando bien apretada la carga para que cupiese más material, a los tripulantes paseando por cubierta y al artillero ojo avizor en la ametralladora instalada en popa.. Otro pecio muy visitado es el del Carnatic, una goleta motorizada que transportaba mercancía y pasajeros y que un domingo de 1869 encalló en el arrecife de Sha’ ab Abu Nuhas. Murieron 31 de sus ocupantes. Su casco reposa hoy sobre el costado de babor a 27 metros de profundidad. En el mismo arrecife, a apenas 60 metros del Carnatic, yacen los restos del Giannis D., un buque japonés de 83 metros de eslora que sufrió el mismo destino en 1983.. Hay muchísimos más: el Dunraven, el Kingston, el Ulysses… Docenas de barcos hundidos a cuál más apetecible para un amante de este deporte, en aguas cristalinas y a profundidades asequibles además para buceadores noveles.. Buceadores en el pecio del Giannis D, en el arrecife Sha’ab Abu Nuhas, cerca de Hurghada.Claudio Alvarez. Y luego están los arrecifes. Tuve la suerte de viajar durante tres años a los destinos más populares de buceo del mundo para rodar una serie documental sobre vida submarina para la televisión. Y en muy pocos vi tantos y tan bien conservados arrecifes de coral como en el mar Rojo. Estas ciudades submarinas hechas de carbonato cálcico atesoran aquí hasta 220 especies de coral, un millar de especies de peces, 40 de estrellas de mar, más de 100 de moluscos, 150 de crustáceos, sumadas a 30 especies de tiburones y varias de tortugas, delfines, etc. Una orgía de luz, color y biodiversidad.. La mayor explosión de vida está en los arrecifes de Ras Mohammed, un parque nacional de 480 kilómetros cuadrados en la punta sur de la península del Sinaí. Bucear allí es como hacerlo en un acuario gigantesco donde viven todos los peces que la noche anterior has visto en el libro de especies del mar Rojo que hay en el barco. El problema es que la fama tiene un precio, y según qué días, te puedes encontrar con hasta 100 barcos de submarinistas y de excursiones de día anclados uno junto al otro en Ras Mohammed.. La ruta sur es la otra alternativa a un vida a bordo por el mar Rojo. Los barcos zarpan de Port Galeb y se visitan las islas Brothers, Dedalus Reef, Fury Shoal, Sha’ab Marsa Alam, entre otros puntos de inmersión. Aquí hay menos coral, y además más afectado por el blanqueamiento, pero se ven muchísimos más grandes animales: tiburones, tortugas, tiburón ballena, mantas raya o delfines.. Añadiría que sería imperdonable venir a Egipto, cuna de una de las mayores civilizaciones de la historia, y no verlo más que por debajo de la superficie. Mi recomendación es que combines un viaje de buceo vida a bordo con unos días antes o después para descubrir El Cairo, Luxor, Assuán, Abu Simbel y otras maravillas del antiguo Egipto. Unas vacaciones redondas.
Un océano en construcción. El libro que estaba leyendo sobre el destino de buceo para el que preparaba ya la maleta definía así al mar Rojo. Y me pareció una excusa más que suficiente, si es que faltaba alguna, para sumergirme en sus aguas. El morbo de haberte bañado en algo que dentro de unos millones de años será el sexto océano, habitado por Dios sabe qué criaturas, excita bastante a alguien como yo, con la imaginación un tanto alocada por tantas lecturas juveniles de libros de aventuras.